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„Dies ist die Dachterrasse von Epikur“, sagte Andrés lachend. Onkel und Neffe diskutierten oft lange. Über alles, die weiterhehenden Pläne von Andrés waren die meist verhandelten. Eines Tages war die Diskussion länger und vollständiger.
„Was gedenkst du zu tun?, fragte ihn Iturrioz.
„Ich! Wahrscheinlich muss ich als Arzt in ein Dorf gehen.“
„Ich sehe, dass dir die Perspektive nicht gefällt.“ „Nein, wahrhaftig. Es gibt Dinge der Laufbahn, die mir gefallen, aber die Praxis nicht. Wenn ich in ein Physiologielabor gehen könnte, würde ich mit Begeisterung arbeiten.“
„In einem Physiologielabor! Wenn es die in Spanien gäbe!“
„Ach klar, gibt es die! Zudem habe ich keine wissenschaftliche Vorbereitung. Man studiert auf üble Weise.“
„Zu meiner Zeit passierte das Gleiche“, sagte Iturrioz. „Die Professoren taugen nur für den methodischen Stumpfsinn der lernbegierigen Jugend. Das ist natürlich. Der Spanier kann immer noch nicht unterrichten; er ist zu fanatisch, zu faul und beinahe immer zu heuchlerisch. Die Professoren haben nur das Ziel, den Lohn zu kassieren und sich nachher Renten zu schnappen, um den Sommer zu verbringen.“ „Zudem fehlt es an Disziplin.“
„Und an vielen anderen Dingen. Aber gut, was wirst du tun? Begeistert dich das Untersuchen nicht?“ „Nein.“
„Und nun, welche Pläne hast du?“
„Persönlicher Plan? Keinen.“
„Teufel. So arm an Projekten bist du?“
„Doch, ich habe eines; leben mit dem Maximum an Unabhängigkeit. In Spanien bezahlt man im Allgemeinen nicht die Arbeit, sondern die Unterwerfung. Ich möchte von der Arbeit leben und nicht von der Gefälligkeit.“
—Es difícil. ¿Y como plan filosófico? ¿Sigues en tus buceamientos?
—Sí. Yo busco una filosofía que sea primeramente una cosmogonía, una hipótesis racional de la formación del mundo; después, una explicación biológica del origen de la vida y del hombre.
—Dudo mucho que la encuentres. Tú quieres una síntesis que complete la
cosmología y la biología; una explicación del Universo físico y moral. ¿No es eso?
—Sí.
—¿Y en dónde has ido a buscar esa síntesis?
—Pues en Kant, y en Schopenhauer sobre todo.
—Mal camino —repuso Iturrioz—; lee a los ingleses; la ciencia en ellos va envuelta
en sentido práctico. No leas esos metafísicos alemanes; su filosofía es como un alcohol que emborracha y no alimenta. ¿Conoces el “Leviathan” de Hobbes? Yo te lo prestaré si quieres.
—No; ¿para qué? Después de leer a Kant y a Schopenhauer, esos filósofos
franceses e ingleses dan la impresión de carros pesados, que marchan chirriando y
levantando polvo.
—Sí, quizá sean menos ágiles de pensamiento que los alemanes; pero en cambio no te alejan de la vida.
—¿Y qué? —replicó Andrés—. Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber
qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterilidad emocional de la existencia.
„Das ist schwierig. Und als philosophischen Plan? Machst du mit deinen Nachforschungen weiter?“
„Ja. Ich suche eine Philisophie, die hauptsächlich eine Kosmogonie, eine rationale Hypothese der Entstehen der Welt ist; nachher, eine biologische Erklärung des Ursprungs des Lebens und des Menschen.“
„Ich bezweifle sehr, das du sie findest. Du willst eine Synthese, die die Kosmologie und die Biologie vervollständigt; eine Erklärung des physischen und moralischen Universums. Ist es nicht das?“ „Doch.“
„Und wo hast du diese Synthese gesucht?“
„Nun, bei Kant, und vor allem bei Schopenhauer.“
„Schlechter Weg“, antwortete Iturrioz, “lies die Engländer; ihre Wissenschaft ist mit praktischem Sinn verwickelt. Lies nicht diese deutschen Metaphysiker; ihre Philosophie ist wie Alkohol, der betrunken macht, aber nicht ernährt. Kennst du den “Leviathan” von Hobbes? Ich leihe ihn dir, wenn du willst.”
„Nein, wofür? Nach dem Lesen von Kant und Schopenhauer hinterlassen diese französischen und englischen Philosophen den Eindruck schwerer Karren, die quietschen und Staub aufwirbeln.“
„Ja, vielleicht sind sie im Denken weniger beweglich als die Deutschen, aber im Gegenzug entfernen sie dich nicht vom Leben.“ „Und was?“, antwortete Andrés. “Einer hat die Angst, die Verzweiflung, nicht zu wissen, was er mit dem Leben machen soll, keinen Plan zu haben, sich verloren zu fühlen, ohne Kompass, ohne Licht, wohin er sich wenden soll. Was macht man mit dem Leben? Welche Richtung gibt man ihm? Wäre das Leben so stark, einen mitzuziehen, dann wäre das Denken wunderbar, es wäre so etwas wie für den Wanderer die Rast und das sich Hinsetzen in den Schatten eines Baumes ist, es wäre so etwas wie das Eindringen in eine Oase des Friedens; das Leben ist aber stupid, ohne Aufregung, ohne Unfälle, wenigstens hier, und ich glaube überall, und das Denken füllt sich mit Schrecken als Kompensation zur emotionalen Sterilität der Existenz.“
„Du bist verrückt“, murmelte Iturrio
—Estás perdido —murmuró Iturrioz—. Ese intelectualismo no te puede llevar a nada bueno.
—Me llevará a saber, a conocer. ¿Hay placer más grande que éste? La antigua
filosofía nos daba la magnífica fachada de un palacio; detrás de aquella magnificencia
no había salas espléndidas, ni lugares de delicias, sino mazmorras oscuras. Ése es el
mérito sobresaliente de Kant; él vio que todas las maravillas descritas por los filósofos eran fantasías, espejismos; vio que las galerías magníficas no llevaban a ninguna parte.
—¡Vaya un mérito! —murmuró Iturrioz.
—Enorme. Kant prueba que son indemostrables los dos postulados más
trascendentales de las religiones y de los sistemas filosóficos: Dios y la libertad. Y lo terrible es que prueba que son indemostrables a pesar suyo.
—¿Y qué?
—¡Y qué! Las consecuencias son terribles; ya el universo no tiene comienzo en el
tiempo ni límite en el espacio; todo está sometido al encadenamiento de causas y
efectos; ya no hay causa primera; la idea de causa primera, como ha dicho
Schopenhauer, es la idea de un trozo de madera hecho de hierro.
—Bah. Eso es absurdo —murmuró Iturrioz—. Ingenioso si se quiere, pero nada más.
—No; no sólo no es absurdo, sino que es práctico. Antes para mí era una gran pena
considerar el infinito del espacio; creer el mundo inacabable me producía una gran
impresión; pensar que al día siguiente de mi muerte el espacio y el tiempo seguirían
existiendo me entristecía, y eso que consideraba que mi vida no es una cosa envidiable; pero cuando llegué a comprender que la idea del espacio y del tiempo son necesidades de nuestro espíritu, pero que no tienen realidad; cuando me convencí por Kant que el espacio y el tiempo no significan nada, por lo menos que la idea que tenemos de ellos puede no existir fuera de nosotros, me tranquilicé. Para mí es un consuelo pensar que así
como nuestra retina produce los colores, nuestro cerebro produce las ideas de tiempo, de espacio y de causalidad.
Acabado nuestro cerebro, se acabó el mundo. Ya no sigue el tiempo, ya no sigue el espacio, ya no hay encadenamiento de causas. Se acabó la comedia, pero definitivamente. Podemos suponer que un tiempo y un espacio sigan para los demás.
¿Pero eso qué importa si no es el nuestro, que es el único real?
—Bah, ¡Fantasías! ¡Fantasías! —dijo Iturrioz.
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