Segunda parte: Las carnarias
Zweiter Teil: Die Carnarien
I.- Las minglanillas
I.- Die Minglanillas
Julio Aracil había intimado con Andrés. La vida en común de ambos en San Carlos
y en el hospital iba unificando sus costumbres, aunque no sus ideas ni sus afectos. Con su dura filosofía del éxito Julio comenzaba a sentir más estimación por Hurtado que por Montaner.
Andrés había pasado a ser interno como él; Montaner no sólo no pudo aprobar en
estos exámenes, sino que perdió el curso, y abandonándose por completo empezó a no ir a clase y a pasar el tiempo haciendo el amor a una muchacha vecina suya.
Julio Aracil comenzaba a experimentar por su amigo su gran desprecio y a desearle que todo le saliera mal.
Julio, con el pequeño sueldo del hospital, hacía cosas extraordinarias, maravillosas;
llegó hasta a jugar a la Bolsa, a tener acciones de minas, a comprar un título de la Deuda.
Julio quería que Andrés siguiera sus pasos de hombre de mundo.
Julio Aracil hatte mit Andrés Freundschaft geschlossen. Das allgemeine Leben der Zwei in San Carlos und im Krankenhaus vereinigte ihre Gewohnheiten, wenn auch weder ihre Ideen, noch ihre Gemütsbewegungen. Mit seiner harten Philosiphie des Erfolges begann Julio Hurtado mehr zu schätzen als Montaner.
Andrés wurde wie er als Interner aufgenommen; Montaner konnte nicht nur diese Examen nicht bestehen, sondern er fiel auch beim Kurs durch, er liess sich völlig gehen und begann, nicht mehr in den Kurs zu gehen und vertrieb sich die Zeit damit, einem seiner Nachbarmädchen den Hof zu machen. Julio Aracil begann, seinen Freund zu verachten und ihm zu wünschen, dass alles schief gehen würde. Julio machte mit seinem kleinen Gehalt des Krankenhauses aussergewöhnliche, wunderbare Sachen; das ging soweit, dass er an der Börse spekulierte, Aktien von Bergwerken hatte und sich Staatspapiere kaufte. Julio wollte, dass Andrés seinem Beispiel als Mann von Welt folgen würde.
—Te voy a presentar en casa de las Minglanillas —le dijo un día riendo.
—¿Quiénes son las Minglanillas? —preguntó Hurtado.
—Unas chicas amigas mías.
—¿Se llaman así?
—No; pero yo las llamo así; porque, sobre todo la madre, parece un personaje de
Taboada.
—¿Y qué son?
—Son unas chicas hijas de una viuda pensionista, Niní y Lulú. Yo estoy arreglado con Niní, con la mayor; tú te puedes entender con la chiquita.
—¿Pero arreglado hasta qué punto estás con ella?
—Pues hasta todos los puntos. Solemos ir los dos a un rincón de la calle de
Cervantes, que yo conozco, y que te lo recomendaré cuando lo necesites.
—¿Te vas a casar con ella después?
—¡Quita de ahí, hombre! No sería mal imbécil.
—Pero has inutilizado a la muchacha.
—¡Yo! ¡Qué estupidez!
—¿Pues no es tu querida?
—¿Y quién lo sabe? Además, ¿a quién le importa?
—Sin embargo...
—¡Ca! Hay que dejarse de tonterías y aprovecharse. Si tú puedes hacer lo mismo, serás un tonto si no lo haces.
„Ich werde dich im Hause der Minglanillas vorstellen“, sagte er eines Tages lachend zu ihm. „Wer sind die Minglanillas?”, fragte Hurtado. “Einige meiner Freundinnen.”
“Heissen sie so?”
„Nein, aber ich nenne sie so; da vor allem die Mutter wie eine Person aus Taboada aussieht.“
„Und was sind sie?“
„Es sind Töchter einer pensionierten Witwe, Niní und Lulú. Ich habe das mit Niní, der Älteren, arrangiert; und du kannst dich mit der Kleinen verständlich machen.“
„Aber, bis zu welchem Punkt hast du das mit ihr arrangiert?“
„Nun, in allen Punkten. Wir zwei gehen jeweils an ein stilles Plätzchen an der Calle de Cervantes, das ich kenne und das ich dir empfehlen werde, solltest du es brauchen.“
„Wirst du sie nachher heiraten?“
„Lass das, Mensch! Das wäre nicht schlecht, Blödmann.“
„Aber du hast das Mädchen entehrt.“
„Ich! Welch Blödsinn!“
„Dann ist sie nicht deine Geliebte?“
„Und wer weiss es? Zudem, wen interessiert es?“
„Trotzdem…“
„Bewahre! Man muss den Dummheiten nachgeben und profitieren. Wenn du das Gleiche machen kannst, wärst du blöd, wenn du es nicht machen würdest.“
A Hurtado no le parecía bien este egoísmo; pero tenía curiosidad por conocer a la familia, y fue una tarde con Julio a verla.
Vivía la viuda y las dos hijas en la calle de Fúcar, en una casa sórdida, de esas con patio de vecindad y galerías llenas de puertas.
Había en casa de la viuda un ambiente de miseria bastante triste; la madre y las hijas
llevaban trajes raídos y remendados; los muebles eran pobres, menos alguno que otro indicador de ciertos esplendores pasados, las sillas estaban destripadas y en los agujeros de la estera se metía el pie al pasar.
La madre, doña Leonarda, era mujer poco simpática; tenía la cara amarillenta, de
color de membrillo; la expresión dura, falsamente amable; la nariz corva; unos cuantos lunares en la barba, y la sonrisa forzada.
La buena señora manifestaba unas ínfulas aristocráticas grotescas, y recordaba los
tiempos en que su marido había sido subsecretario e iba la familia a veranear a San Juan de Luz. El que las chicas se llamaran Niní y Lulú procedía de la niñera que tuvieron por primera vez, una francesa.
Estos recuerdos de la gloria pasada, que doña Leonarda evocaba accionando con el
abanico cerrado como si fuera una batuta, le hacían poner los ojos en blanco y suspirar tristemente.
Hurtado gefiel dieser Egoismus nicht, aber er war neugierig darauf, die Familie kennenzulernen und ging sie eines Abends mit Julio besuchen.
Die Witwe lebte mit ihren zwei Töchtern in der Calle de Fúcar, in einem schäbigen Haus, einem von denen mit einem Nachbarschaftshof und Galerien mit vielen Türen. Im Haus der Witwe herrschte eine ziemlich elende, traurige Atmosphäre; die Mutter und die Töchter trugen abgetragene und geflickte Kleider; die Möbel waren armselig, ausgenommen einige anderen Massstabes mit gewissem vergangenem Glanz, die Stühle waren zerschlissen und in den Löchern des Fussabtreters blieben die Füsse beim Drübergehen hängen. Die Mutter, Doña Leonarda, war eine wenig sympathische Frau; sie hatte ein gelbliches Gesicht, quittenfarbig mit hartem, unecht liebenswürdigem Ausdruck, mit Hakennase, mit einigen Muttermalen am Kinn und mit aufgesetztem Lächeln.
Die gute Frau legte ein lächerliches, aristokratisches Getue an den Tag und erinnerte an die Zeit, in der ihr Mann Staatssekretär gewesen war und die Familie den Sommerurlaub in San Juan de Luz verbrachte. Dass die Mädchen Niní und Lulú hiessen, rührte vom ersten Kindermädchen, einer Französin, her. Diese Erinnerungen an die ruhmvolle Vergangenheit, die Doña Leonarda heraufbeschwor, indem sie mit geschlossenem Fächer hantierte, als ob er ein Taktstock wäre, liessen ihre Augen weiss erscheinen und sie traurig seufzen.
Al llegar a casa con Aracil, Julio se puso a charlar con Niní, y Andrés sostuvo la conversación con Lulú y con su madre.
Lulú era una muchacha graciosa, pero no bonita; tenía los ojos verdes, oscuros,
sombreados por ojeras negruzcas; unos ojos que a Andrés le parecieron muy humanos; la distancia de la nariz a la boca y de la boca a la barba era en ella demasiado grande, lo que le daba cierto aspecto simio; la frente pequeña, la boca, de labios finos, con una sonrisa entre irónica y amarga; los dientes blancos, puntiagudos; la nariz un poco respingona, y la cara pálida, de mal color.
Lulú demostró a Hurtado que tenía gracia, picardía e ingenio de sobra; pero le faltaba el atractivo principal de una muchacha: la ingenuidad, la frescura, la candidez.
Era un producto marchito por el trabajo, por la miseria y por la inteligencia. Sus dieciocho años no parecían juventud.
Als Julio mit Aracil zum Haus kam, begann er mit Niní zu plaudern und Andrés unterhielt die Konversation mit Lulú und ihrer Mutter.
Lulú war ein anmutiges, aber nicht hübsches Mädchen; es hatte grüne, dunkle Augen, mit schwärzlichen Lidschatten und Augen, die Andrés sehr menschlich erschienen; der Abstand der Nase zum Mund und vom Mund zum Kinn war bei ihm zu gross, was ihm ein etwas affenähnliches Aussehen gab; die kleine Stirn, der Mund, die feinen Lippen, mit einem Lächeln zwischen ironisch und bitter, die weissen, spitzen Zähne, die Stupsnase und das bleiche Gesicht, von schlechter Farbe. Lulú zeigte Hurtado, dass sie genug Anmut, Verschmitzheit und Witz hatte, aber ihr fehlte die wesentliche Anziehungskraft einer jungen Frau: Die Treuherzigkeit, die Frische, die Unschuld. Sie war ein welkes Produkt der Arbeit, des Elendes und der Intelligenz. Ihre achtzehn Jahre sahen nicht wie Jugend aus.
Su hermana Niní, de facciones incorrectas, y sobre todo menos espirituales, era más mujer, tenía deseo de agradar, hipocresía, disimulo. El esfuerzo constante hecho por Niní para presentarse como ingenua y cándida le daba un carácter más femenino, más corriente también y vulgar.
Andrés quedó convencido de que la madre conocía las verdaderas relaciones de
Julio y de su hija Niní. Sin duda ella misma había dejado que la chica se comprometiera, pensando que luego Aracil no la abandonaría.
Ihre Schwester Niní, mit fehlerhaften Gesichtszügen, und vor allem weniger geistreich, war mehr Frau, hatte den Wunsch zu gefallen, zu heucheln, zu verschleiern. Ninís stetige Bemühung, sich als Naive und Treuherzige zu zeigen, gab ihr einen weiblicheren Charakter, auch alltäglicher und gewöhnlich.
Andrés blieb überzeugt davon, dass die Mutter die wirklichen Beziehungen zwischen Julio und ihrer Tochter Niní kannte. Ohne Zweifel hatte sie selber zugelassen, dass sich das Mädchen kompromottierte und sie dachte, dass Aracil sie nachher nicht verlassen würde.
A Hurtado no le gustó la casa; aprovecharse, como Julio, de la miseria de la familia para hacer de Niní su querida, con la idea de abandonarla cuando le conviniera, le parecía una mala acción.
Todavía si Andrés no hubiera estado en el secreto de las intenciones de Julio, hubiese ido a casa de doña Leonarda sin molestia; pero tener la seguridad de que un día los amores de su amigo acabarían con una pequeña tragedia de lloros y de lamentos, en que doña Leonarda chillaría y a Niní le darían soponcios, era una perspectiva que le disgustaba.
Hurtado gefiel das Haus nicht; wie Julio vom Elend der Familie zu profitieren, um Niní zu seiner Geliebten zu machen, mit der Idee, sie zu verlassen, wenn ihm danach wäre, schien ihm eine schlechte Tat. Doch wenn Andrés nicht in das Geheimnis von Julios Absichten eingeweiht gewesen wäre, wäre er ohne Missbehagen ins Haus von Doña Leonarda gegangen; aber die Sicherheit zu haben, dass die Liebeleien seines Freundes eines Tages in einer kleinen Tragödie mit Weinen und Wehklagen enden würden, in der Doña Leonarda kreischen und Niní in Ohnmacht fallen würde, war eine Perspektive, die ihm missfiel.