(Die Nummerierung bezieht sich auf die Darstellung weiter unten.)

Die zwei indefinidos ...apartaron... und ...volvieron... sind einfach zu rechtfertigen. Es handelt sich um zwei Ereignisse, die aufeinanderfolgten. In den Folgesätzen allerdings kommt die geballte Ladung. Bis zu (10) haben wir in beiden Übersetzungen nur indefinidos (bis auf eine Ausnahme, die (8), wo Julio Cortázar mit einem imperfecto arbeitet.) Das wirft natürlich die sehr berechtigte Frage auf, warum wir bis (10), bei beiden Übersetzungen, nur indefinidos haben und ab (10) nur noch imperfectos.

Aufschlußreich ist hier (8), also der Satz, wo sich die beiden Übersetzungen unterscheiden.

"Unsere" Übersetzung
Un nuevo tropel surgió del pozo.

Julio Cortázar
Salían del pozo, corriendo en renovados contingentes.

Uns stört nicht, dass die Übersetzungen inhaltlich voneinander abweichen, wir finden das sogar ausgesprochen aufschlußreich. Stellt man auf eine einzelne Horde von Ratten ab, ist es ein einmaliger, punktueller Vorgang. Betrachtet man aber die Gesamtheit der Ratten, dann ist es ein sich wiederholender Vorgang und folglich steht in der ersten Variante ein indefinido, in der zweiten ein imperfecto.

Vergleichen wir mal eine größeren Textabschnitt.

"Unsere" Übersetzung
Se (1) apartaron alarmados y algunos (2) volvieron al pozo. Pero esta actitud no (3) duró más que un instante. No (4) había yo contado en vano con su glotonería. Viéndome sin movimiento, una o dos o más atrevidas se (5) encaramaron por el caballete y (6) oliscaron la correa. Todo esto (7) me pareció el preludio de una invasión general. Un nuevo tropel (8) surgió del pozo. Agarrándose a la madera, la escalaron y a centenares (9) saltaron sobre mi cuerpo. Nada las (10) asustaba el movimiento regular del péndulo. Lo (11) esquivaban y trabajaban activamente sobre la engrasada tira. Se (12) apretaban moviéndose y se (13) amontonaban incesantemente sobre mí. Sentía que se retorcían sobre mi garganta, que sus fríos hocicos (14) buscaban mis labios. (15) Me encontraba medio sofocado por aquel peso que se multiplicaba constantemente. Un asco espantoso, que ningún hombre ha sentido en el mundo, (16) henchía mi pecho y (17) helaba mi corazón como un pesado vómito. Un minuto más, y me (18) daba cuenta de que en más de un sitio (19) habían de estar cortadas. Con una resolución sobrehumana, (20) continué inmóvil.

Julio Cortázar

(1) Retrocedieron llenos de alarma, y muchos se (2) refugiaron en el pozo. Pero esto no (3) duró más que un momento. No en vano (4) había yo contado con su voracidad. Al observar que seguía sin moverme, una o dos de las mas atrevidas (5) saltaron al bastidor de madera y (6) olfatearon el cíngulo. Esto (7) fue como la señal para que todas avanzaran . (8 ) Salían del pozo, corriendo en renovados contingentes. Se colgaron de la madera, corriendo por ella y (9) saltaron a centenares sobre mi cuerpo. El acompasado movimiento del péndulo no las (10) molestaba para nada. Evitando sus golpes, se (11) precipitaban sobre las untadas ligaduras. Se (12) apretaban, (13) pululaban sobre mí en cantidades cada vez más grandes. Se retorcían cerca de mi garganta; sus fríos hocicos (14) buscaban mis labios. Yo me (15) sentía ahogar bajo su creciente peso; un asco para el cual no existe nombre en este mundo (16) llenaba mi pecho y (17) helaba con su espesa viscosidad mi corazón. Un minuto más, sin embargo, y la lucha terminaría. Con toda claridad (18) percibí que las ataduras se (19) aflojaban. Me di cuenta de que debían de estar rotas en más de una parte. Pero, con una resolución que excedía lo humano, me (20) mantuve inmóvil.