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-XVI-
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La voz de la conciencia
Die Stimme des Gewissens

Poco tiempo después, uno de los dos colosos que pesaban sobre la parte meridional de la América latina cayó en Ancasch, y la paz con Bolivia se restableció.
Aguilar, encadenado a pesar suyo a la vida y a la inacción, encontró intolerable la vista de los sitios, testigos de su crimen, y huyendo de Salta, refugiose en el seno tumultuoso de la Metrópoli.
Muy luego, convertido en sede de Rosas, y capitaneando la Mazorca, espantó a Buenos Aires con la crueldad de sus hechos. Pero la sangre del asesinato, como la sangre del combate, no podía embriagarlo; y sobre los horrores del presente flotaba siempre el recuerdo del pasado, fatal, imborrable, eterno.
Desesperado, procurando escapar al delirio de la locura que comenzaba a invadirlo, Aguilar se arrojó en el seno del vicio. Repartió su vida entre el juego, el vino y las mujeres; llamó a las puertas de la orgía; hizo pacto con el escándalo, y formándose una corte con los esclavos del libertinaje, reinó en ella con un poder absoluto.
Ningún bebedor se atrevía a luchar con él; los jugadores temblaban cuando veían en su mano los dados, porque estos jamás tenían para él azar; y la mujer que obtenía una sola de sus miradas, caía para siempre a sus pies.
Pero entre los vapores de la orgía como entre el humo de la pólvora, veía siempre levantarse la pálida sombra de Aurelia; en medio a las báquicas canciones, un eco lejano remedaba su último gemido.
Nur wenig später fiel in Ancasch einer der beiden Kolosse, die auf dem Süden Südamerikas lasteten. Der Frieden mit Bolivien war damit wieder hergestellt.
Aguilar, der ganz gegen seinen Willen an die Untätigkeit gebunden war, konnte die Stätten, die Zeugen seiner Verbrechen waren, nicht ertragen, floh von Salta und flüchtete in das quirlige Treiben der Metropolis.
Sehr viel später, als es (Buenos Aires) in den Sitz der Rosen (bezieht sich auf den Gouverneur Juan Manuel de Rosas) verwandelt war und die Mazorca (bewaffneter Arm der Partei, deren Führer Juan Manuel de Rosas war) anführte, erschreckte er Buenos Aires mit der Grausamkeit seiner Taten. Doch das Blut des Meuchelmordes wie das Blut des Kampfes konnte ihn nicht berauschen und über den Greueltaten der Gegenwart schwebte immer die Erinnerung an die Vergangenheit, unauslöschlich, ewig. Verzweifelt, bemüht, dem Delirium des Wahnsinns, das ihn bedrohte zu entfliehen, warf sich Aguilar in die Brust des Lasters. Er teilte sein Leben auf zwischen Spiel, Wein und den Frauen, rief an die Tür der Orgien, paktierte mit dem Skandal und schuf sich einen Hof aus den Sklaven der Sinnlichkeit, wo er mit absoluter Macht regierte.
Kein Trinker wagte mit ihm zu kämpfen. Die Spieler zitterten, wenn sie die Würfel in seiner Hand sahen, weil diese nie dem Zufall unterlagen und die Frau, die  einen einzigen Blick von ihm erhaschte, lag für immer zu seinen Füßen.
Doch zwischen dem Dampf der Orgien, wie auch im Rauch des Pulvers, erhob sich vor seinem geistigen Blick immer das Bild Aurelias. Inmitten der Gesänge des Bacchus, gab es ein Echo, das den letzten Schrei nachahmte.

Entonces, arrebatado por un extraño frenesí entregábase a furiosos excesos, rompía, destrozaba cuanto se le ponía adelante; apuraba sin resultado el opio y los licores espirituosos; asía por la garganta a la más bella de sus compañeras de disolución, estrechábala en sus brazos hasta ahogarla y ensangrentaba sus labios con rabiosos besos. Y aquellas mujeres, gastadas por el vicio, ávidas de emociones, y fascinadas por el misterioso ascendiente de ese hombre a quien creían un ser sobrenatural, sufrían con placer, y se disputaban la tortura que él se dignaba imponerla.
Hingerissen von einer merkwürdigen Raserei gab er sich tobenden Exzessen hin, zerstörte, vernichtete, was sich ihm entgegenstellte. Ohne Ergebnis verschlang er Opium und geistige Getränke, griff die schönste seiner Gefährtinnen des Lasters, drückte sie in seine Arme bis sie fast erstickte und
ließ ihre Lippen bluten unter seinen wilden Küssen. Und jene Frauen, abgenutzt durch das Laster, gierig nach Emotionen und fasziniert von der mysteriösen Herkunft dieses Mannes glaubten an ein übernatürliches Wesen, litten mit Lust und stritten sich um die Qualen, die er sich herabließ ihnen aufzuerlegen.







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