El
pequeño sacaba por entre las sábanas
su rostro exangüe, tan pálido
como el lienzo, y únicamente en su
mirada había una chispa de vida al
preguntar con mudo gesto a sus hermanos.
Debía de saber algo de lo de la noche
anterior y quería convencerse.
Sí; era cierto. Se lo aseguraba su
hermano mayor, el más sesudo de la
familia. El que atacase a los Bandullos
tenía pena a la vida. Mientras viviesen
todos, cada uno de los hermanos tendría
la espalda bien cubierta. ¿No le
habían prometido venganza? Pues allí
estaba. Y desliando un trozo de periódico
arrojó sobre las sábanas un
muñón asqueroso cubierto de
negros coágulos.
Der
Kleine holte zwischen den Leintüchern
sein blutleeres Gesicht hervor, das so bleich
war wie das Leinen, und letztendlich, als
er seine Brüder mit stummer Geste befragte,
war in seinem Blick ein Lebensfunke. Er
musste etwas über die letzte Nacht
wissen und wollte sich überzeugen.
Ja, es war sicher. Sein ältester Bruder,
der vernünftigste der Familie, versicherte
es ihm. Der, der die Bandullos angriffe,
würde Kummer haben. Während alle
leben würden, hätte jeder der
Brüder gute Rückendeckung. Hatten
sie ihm nicht Rache versprochen? Nun, dort
war sie. Und indem er ein Stück Zeitungspapier
aufhob, fiel ein grässlicher, mit Gerinseln
überzogener Stumpf auf die Leintücher.